Carlos Compson siempre encuentra caminos nuevos dentro de su propia obra. Espuria no quedó atrapado en el año de su lanzamiento, sino que sigue proyectando nuevas facetas que revelan más capas de su sonido. Ahora, “Sedimento” cobra un peso especial con la llegada de su videoclip, una expansión visual que lleva la canción hacia otra profundidad.

El Salar de Uyuni en Bolivia se convierte en el escenario perfecto para este nuevo capítulo. La inmensidad del lugar potencia la sensación de aislamiento y resistencia que atraviesa la composición. La figura de Compson, casi perdida en la extensión del terreno, marca un contraste entre la presencia humana y la vastedad del entorno, estableciendo un diálogo silencioso entre la música y la imagen.

Las texturas son parte fundamental en el lenguaje del artista. Así como en sus discos experimenta con capas sonoras que se superponen, aquí lo visual toma un rol protagónico para seguir ese mismo juego. La dirección de David Macedo aporta una precisión que no distrae, sino que eleva lo que la canción ya insinúa. Los tonos deslavados, la luz natural y los planos largos construyen una atmósfera que complementa el sonido sin imponerse.

Esta pieza no es un simple acompañamiento de la música. Se trata de una extensión de lo que Compson viene trabajando desde hace años, donde todo está pensado para reforzar el sentido de la obra. La relación entre sonido e imagen no responde a una fórmula predecible, sino a un diálogo donde ambos elementos son igual de esenciales.

Con “Sedimento”, Compson reafirma que su trabajo sigue en constante mutación. Lo que comenzó como una canción dentro de un álbum, hoy es también un paisaje, un movimiento y una imagen que intensifica su alcance. No es un cierre, sino otra apertura dentro de un proceso que aún tiene mucho por revelar.

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